Entrevista a Adolfo Lacuesta

6 de junio de 2018
Por Toñi Moriana. Directora Territorial de la Fundación Don Bosco. Córdoba. La Plataforma de Infancia España se creó en el año 1997, con el fin de aunar los esfuerzos de organizaciones de ámbito estatal que trabajan para la infancia y crear un espacio de coordinación que defienda, promueva y proteja los derechos de los niños, […]

Por Toñi Moriana. Directora Territorial de la Fundación Don Bosco. Córdoba.

La Plataforma de Infancia España se creó en el año 1997, con el fin de aunar los esfuerzos de organizaciones de ámbito estatal que trabajan para la infancia y crear un espacio de coordinación que defienda, promueva y proteja los derechos de los niños, niñas y adolescentes en España. Su Presidente, Adolfo Lacuesta Antón, nos hace una radiografía de la pobreza infantil en España.

  1. ¿Qué consecuencias tiene la pobreza en los derechos de los niños y las niñas?

La pobreza tiene consecuencias sobre los niños, niñas y adolescentes a corto, medio y largo plazo. La pobreza tiene consecuencias sobre el desarrollo físico y personal de niños, niñas y adolescentes. Aunque en España no podemos hablar de desnutrición; más allá de casos excepcionales, sí que se produce malnutrición. La ausencia de recursos económicos afecta a la lista de la compra familiar, priorizando el consumo de productos baratos como hidratos de carbono sobre proteínas. Igualmente los gastos relacionados con el dentista, el oftalmólogo o similares pasarán a ser secundarios o a postergarse. En el campo de la salud, el niño tiene también más riesgo de sufrir estrés, ansiedad, etc… debido a las situaciones que viven en casa y las presiones que sienten por la inseguridad familiar.

La pobreza en el hogar también afecta a su progreso escolar. La reducción de recursos afecta a las posibilidades de refuerzo escolar, actividades extraescolares y provoca unas tasas de abandono escolar mayores, lo que les va a afectar en su futuro en el medio y largo plazo. Impacta también sobre su calidad de vida, ya que, en muchos casos, los padres y madres no pueden pagar la calefacción y tienen problemas para tener luz.Todas estas cuestiones limitan las oportunidades de la infancia y adolescencia.

Se genera además un fenómeno conocido como “transmisión intergeneracional de la pobreza”, es decir, que las familias que entran en el círculo de la pobreza se encuentran con grandes dificultades para salir de él, heredándose de progenitores a hijos. Según el estudio de la Fundación Foessa (Caritas), “La transmisión intergeneracional de la pobreza: factores, procesos y propuestas para la intervención”, cerca del 80% de los niños que hoy son pobres serán pobres cuando sean adultos si no cambian sus condiciones de vida.

  1. ¿Cómo favorecer que los niños y niñas sean todo lo que quieren ser?

Esto implica unas políticas públicas integrales que garanticen que ningún niño, niña y adolescente viva una situación de pobreza en su hogar. Medidas como la prestación por hijo ayudan a que las familias puedan cubrir los gastos relacionados con la escolarización, sanidad, nutrición y actividades de los niños y niñas.

  1. ¿Por qué la crisis ha golpeado más

duramente a los niños y niñas?

España partía de una situación ya vulnerable a causa de unas débiles políticas de protección y una baja inversión en la infancia. Esta situación se ha visto especialmente agravada por una crisis económica y financiera que ha tenido un doble impacto. Por un lado la destrucción de puestos de trabajo, así como la precarización de muchos otros, ha provocado que España registre una de las mayores caídas de renta familiar disponible y uno de los mayores niveles de desigualdad de la renta de la UE. Por otro lado, la crisis ha provocado que, el sistema de protección, en lugar de reforzarse, se haya visto afectado por distintos recortes. Las medidas de austeridad han obligado a reducir el gasto social para las familias, niños y niñas afectando así a los más desprotegidos y vulnerables.

Uno de los rasgos más distintivos de la realidad social española es el riesgo diferencial de pobreza de los hogares con niños, esto unido a empleo de bajos salarios, altos niveles de endeudamiento de las familias, insuficiencia de la red de protección social, prestaciones familiares muy bajas, todos estos factores son parte de las causas que generan una de las tasas de pobreza infantil más altas de la UE.

  1. En España, ¿podemos hablar de una generación perdida por culpa de la

pobreza infantil?

No hay que dar por perdida a una generación, revertir esta situación es una cuestión meramente de voluntad política. En el marco europeo hay otros países que están peor que nosotros pero que están actuando de manera mucho más efectiva con colectivos vulnerables de niños, niñas y adolescentes. Por ejemplo, países como Irlanda, que también ha sufrido una crisis económica y ha sido rescatado, ha garantizado que los hogares con menos ingresos en los que hay niños, niñas y adolescentes no vean más agudizada su ya difícil situación a través de la prestación por hijo. Es el caso también de Inglaterra, de Bélgica, incluso de Grecia, que tiene una situación económica mucho más dura que la nuestra, pero cuenta con prestaciones por hijo mucho mejores. Por lo tanto, a pesar de que la situación es mucho más grave, el Estado ha sido más capaz de reducir la pobreza infantil en ciertos sectores de manera más efectiva que España. Algo similar a lo que España ha conseguido con los mayores, garantizando con las pensiones que no se vieran duramente afectados por la crisis, se podría hacer con la infancia.

  1. ¿Cómo romper el ciclo de transmisión de la pobreza y posibilitar que los niños y niñas tengan un futuro mejor?

Desde la Plataforma de Infancia consideramos fundamental garantizar que los niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza o exclusión social, tengan oportunidades para su desarrollo ahora y en el futuro. Eso implica, en primer lugar, garantizar su educación; lo cual supone, no solamente que estén escolarizados, sino también que sus familias pueden hacer frente a lo que llamamos los gastos ocultos de la educación (material escolar, libros de texto, actividades extraescolares, culturales y de ocio), que tengan un espacio para poder estudiar en casa y que puedan contar con refuerzo escolar si lo necesitan. Además, es necesario garantizar que las familias tengan unos ingresos mínimos para que el resto de derechos de los niños y niñas estén cubiertos, que reciban una buena alimentación, que puedan comprar ropa, por ejemplo, y participar en actividades de ocio o extraescolares con sus amigos y amigas. Si podemos garantizar que estos niños, niñas y adolescentes a día de hoy tengan una vida normal en plenitud, sus oportunidades aumentarán y sus probabilidades de acceder a otro tipo de estudios y a otro tipo de empleos van a ser mucho mejores.

  1. ¿Cuánto cuesta poner fin a la pobreza infantil? ¿Por qué no se hace?

Es difícil valorar el coste de poner fin a la pobreza infantil, pero sí que sabemos que, incrementando la prestación por hijo hasta los 100 euros en cuantía y en cobertura para llegar a todos los niños, niñas y adolescentes que están en situación de pobreza o exclusión social, casi dos millones y medio de niños podrían salir de la pobreza. En una segunda fase, sería recomendable que esta prestación fuese universal. Seguramente seguiríamos teniendo cuestiones que valorar y mejorar pero por lo menos habría una política clara, medible, cuantificada, evaluada y comparada que da resultados.

Una inversión de estas características supondría alrededor de 2.900 millones de euros, una cuantía notable pero que todavía dejaría a nuestro país por debajo de la media europea en inversión en infancia respecto a su PIB.

  1. ¿Cuál es la inversión real en niños, niñas y adolescentes?

Nos encontramos ante varios problemas para conocer la inversión real en niños, niñas y adolescentes. En primer lugar porque, a pesar de la ley de 2015 que obliga a las iniciativas legislativas a tener un impacto sobre la infancia, esto no se está haciendo en la iniciativa más relevante, los Presupuestos Generales del Estado.

Además, es difícil saber cuánto se invierte realmente en infancia por parte de las administraciones públicas, especialmente a nivel autonómico, ya que las partidas son muy genéricas y no están pensadas para identificar las partidas de infancia. En este sentido, las únicas estimaciones con las que contamos son las que hace Eurostat, que señala que la inversión en infancia en España es alrededor del 1,4% del PIB frente al marco Europeo del 2,3% del PIB.

Desde la Plataforma de Infancia consideramos necesario llegar a ese 2,3% en inversión en infancia en España pero también mejorar la identificación y seguimiento de las partidas destinadas a infancia.

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