Hortaleza Boxing Crew

7 de marzo de 2018
Beatriz Gutiérrez Cabeza. Educadora de la Fundación JuanSoñador. León En un alegre barrio de Madrid las vecinas y vecinos se juntan para generar oportunidades. Así surge “HortalezaBoxingCrew”, desde la necesidad que se detecta para que los chavales y chavalas tengan un espacio de encuentro y desarrollo. En las siguientes líneas tres chicos diferentes en edad, […]

Beatriz Gutiérrez Cabeza. Educadora de la Fundación JuanSoñador. León

En un alegre barrio de Madrid las vecinas y vecinos se juntan para generar oportunidades. Así surge “HortalezaBoxingCrew”, desde la necesidad que se detecta para que los chavales y chavalas tengan un espacio de encuentro y desarrollo.

En las siguientes líneas tres chicos diferentes en edad, trabajo, gustos musicales… comparten sus reflexiones sobre su nexo de unión, los tres son monitores de boxeo dentro de una asociación de vecinos en el barrio de Hortaleza (Madrid). Cada uno de ellos ha llegado allí de manera distinta; para los tres el objetivo de la actividad es el encuentro, el apoyo a los chavales con situaciones más complicadas, ellos mismos han sido esos chicos. Dicen no salvar a nadie, simplemente que colaboran con el barrio mezclando la vida.

“Siempre decimos que el boxeo es una excusa, no un fin. Una excusa para encontrarnos con la chavalada y detectar sus necesidades reales; un hermano preso, una madre que la quieren desahuciar, niños que duermen en el parque… Aquí nos conocemos, intercambiamos teléfonos y al final acaban llamando cuando tienen un problema grave.

Pretendemos crear un espacio para compartir, ya que cada vez hay más prohibiciones; si bailan en el metro les echan, si cantan rap en el parque viene la policía, el Instituto del barrio ha puesto vallas y seguridad para que no entren por la tarde, las piscinas son muy caras…

En este espacio seguro, el boxeo es la escusa para ser más disciplinados y constantes, es una escapada de rayadas en muchos momentos, de frustraciones, cada golpe en el saco es una rabia menos. A nosotros nos ha servido y ahora somos los que tenemos la responsabilidad de que les llegue a los chicos y chicas que acuden cada tarde.

La mayoría llegan a la actividad por el boca a boca, aunque también nos derivan chavales desde recursos del ayuntamiento, comunidad, centros de menores, movimientos sociales…

Unos cuantos empezamos a colaborar en el proyecto después de estar como chavales aquí durante mucho tiempo; después de habernos dado tantos momentos ¿cómo no vas a ayudar?… Colaboramos de manera voluntaria y aportamos lo mejor de nosotros mismos. Además hablamos el mismo idioma, conocemos el barrio…

Somos un popurrí de gente que nos equilibramos y este equilibrio como grupo nos permite tener un buen abanico de soluciones a la hora de abordar las necesidades. Unos aportan la parte más pedagógica, otros la parte más técnica del boxeo, otros la alegría, el juego, la diversión y, sobre todo, somos un grupo de vecinos y vecinas que se preocupan por el barrio, porque la chavalada tenga un sitio donde poder ir y encontrarse, un grupo de personas de confianza a las que contar sus movidas.

Para quienes puedan pensar que el boxeo es un generador de violencia, es importante tener claro que no depende tanto de la actividad, sino de la filosofía con la que se imparte. De hecho, con la experiencia que tenemos, podemos decir que en los chavales que llevan tiempo, la violencia se canaliza y tienen menos conflictos.

El boxeo enseña a controlar la agresividad, a gestionar emociones. Un boxeador impulsivo boxea mal porque no piensa, cuando estás cabreado la mente no piensa, por ello aprendes a frenar, a estar relajado, a no tomarte las cosas de manera personal… Además, a pesar de ser un deporte de contacto, también lo es de compañerismo, respeto y confianza.

Yo puedo decir que desde que empecé en boxeo, no me he vuelto a pegar en la calle. Y ojo, que yo soy de los que empecé en el boxeo básicamente «para dar buenas ostias». La gente que piensa que el boxeo genera violencia, solo tiene que recibir una clase y ver si después está más tenso o más relajado.

Nos gustaría que desde fuera no se nos vea como marginados, inadaptados, como barrio “deprimido”… no estamos deprimidos, somos vecinos y vecinas de un barrio que cuando nos juntamos disfrutamos, nos reímos, sentimos que pertenecemos a un grupo y ya está.

Ahora mismo, una de las dificultades más importantes que estamos sufriendo es el tema del local, del nuestro nos van a echar y la Comunidad de Madrid nos pide un alquiler inviable en el que nos quieren realojar. Es una paradoja, quien nos deriva chavales y nos usa como recurso, no nos facilita espacios… Estamos desbordados de chavales y necesitamos un local grande.

Un día habitual la actividad de boxeo es muy simple; vas, charlas con todo el mundo, das la clase con su calentamiento, comba, ejercicios por parejas, vuelves a charlar y para casa. Todo lo demás surge a partir de ahí.

Lo más especial de todo esto es cuando se crea el vínculo de confianza que da lugar a momentos únicos. Disfrutamos mucho también cuando hacemos cosas diferentes y salimos del barrio, ya sea a visitar un gimnasio, a la montaña, a otras asociaciones… son momentos donde nos expresamos tal y como somos y nos conocemos mejor.

Con las familias, intentamos que encuentren un lugar donde sean escuchadas. Cuando detectamos problemas intentamos darles apoyo creando una red solidaria y según la situación, derivar a un recurso adecuado.

Ahora mismo nuestra lucha es conseguir un local, una estabilidad para durar mucho tiempo más, seguir creciendo personalmente y como grupo y volver a recuperar los espacios del barrio”.

Después de charlar con estos tres chicos, se me llena la cabeza con el recuerdo de que también yo crecí en un barrio, era mi pequeño mundo y allí me fui construyendo.

Sus palabras me refrescan el significado y las posibilidades de la palabra vecindad. Comenzaba planteando este artículo desde la idea de descubrir el boxeo como una actividad educativa y después de cruzarnos en un montón de conversaciones, me doy cuenta de que se trata de dar un paso más, de recuperar el sentido de comunidad desde la sensibilidad y la generosidad más auténtica.

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